.jpg)
El jefe supremo inspecciona la extraña pintada

Entrada del edificio de la calle Goulston en cuya pared interior se escribiera la consigna

General Charles Warren:
mandó borrar el mensaje escrito en la pared
Un inciso aparte en esta historia sobre el perfil mediático del misterioso criminal lo configura la célebre pintada trazada con tiza sobre el muro de la calle Goulston.
Así se llamaba la calle de Whitechapel por donde habría transitado durante su escape el asesino tras destripar a Catherine Eddowes y arrojar contra la pared que portaba la pintada un trozo de tela impregnado en sangre, presumiblemente arrancado a esa víctima.
El tenor del mensaje fue objeto de permanentes discusiones pero en general se acepta que señalaba:
“LOS JUWES SON LOS HOMBRES QUE NO SERAN CULPADOS DE NADA”.
No llegó a fotografiarse nunca la consigna porque se ordenó que fuera borrada por expresas instrucciones impartidas por el jefe supremo de la Policía Metropolitana, Sir Charles Warren, quien se había apersonado al lugar.Aquel acto sería el germen de álgidas y antagónicas interpretaciones.
¿Se quiso referir en la pintada a los judíos? –“Jews” en inglés– ¿O, en cambio, su autor realmente escribió “Juwes”, y tal término tendría otra significación?
Dentro de las eventuales acepciones de esa palabra, tal vez no mal escrita, podría haber implicancias masónicas según algunos ensayistas plantearon.También se ha rebatido esta posición considerándose que la palabra “Juwes” ningún significado poseía en la tradición masónica. Y como tal palabra no existe en el idioma inglés, de haberse impreso así, tal escritura pudo deberse a un mero error de ortografía.
En otro sentido ciertos escritores pretendieron que realmente en la pintada se decía “Jews” –“Judíos”, en mayúscula– y que la diferencia que se creyó advertir en la palabra es atribuible a un error de transcripción sufrido por Alfred Long, el primer policía que la descubriese, cuando la anotó en su libreta personal antes de que Sir Charles hiciera desaparecer el mensaje.Pero, más allá de esas polémicas, lo que aquí corresponde resaltar es que deviene muy interesante tener en cuenta que algunos de los más serios especialistas actuales sobre el tema de Jack el Destripador le restan importancia al episodio ponderando que la pintada no tuvo por qué ser necesariamente de autoría del homicida.
Opinan que el graffiti podría haber estado escrito en esa pared con anterioridad a llevarse a cabo la acción criminal.
Parecería que no era infrecuente en ese tiempo que los frentes y demás paredes de las casas suburbanas en la principal urbe del mundo de aquel momento estuviesen decoradas con pintadas similares.
De tal suerte se ha afirmado: “...Esa frase sobre la que tanto se ha discutido y analizado, puede que ni siquiera fuese escrita por el asesino. Si el trozo de delantal se hubiese depositado en el siguiente portal, probablemente se hubiese estudiado con lupa una críptica pintada totalmente diferente. Porque entonces, como ahora, este tipo de pintadas eran comunes en el East End de Londres...” .
Este aserto sigue la línea escéptica de acuerdo a la cual ninguna de las cartas fue de verdadera autoría del asesino sino que todo se trató de un montaje a cargo de la prensa.Concordantemente, tampoco el culpable podría haber realizado un acto destinado claramente a llamar la atención acerca de que mataba inspirado por un significado profundo y ritual.De paso, si a Jack se lo considera como un sujeto embrutecido, vulgar o de pobre capacidad intelectual no coincidía con tal imagen que fuera el responsable una pintada cuya finalidad era proponer un acertijo o confundir a los investigadores.
Aceptar al Destripador como el lúcido realizador del mensaje en la pared obligaría a reconocer que éste, por más loco que estuviera, hacía gala de un alto coeficiente de inteligencia, lo cual era desconcertante.Se trataba de una idea difícil de tragar en la época victoriana.
Pero si Jack era un hombre poseído por el afán del sensacionalismo, ávido porque sus sanguinarias hazañas recibieran el mayor impacto en la sociedad a la cual parecía despreciar, sería creíble y concordaría con tal personalidad que hubiera resultado el verdadero creador de aquella consigna.
Cabe tener presente que el perpetrador se arriesgó en muy alto grado la noche del doble acontecimiento.Como no había podido saciar su sed de mutilar con la primera víctima de aquella noche debido a la cercana presencia de testigos indeseables, en vez de optar por escapar lo más velozmente posible del teatro del crimen se internó todavía más dentro de los barrios de Whitechapel en busca de una segunda presa.Despreció el peligro de captura que lo acechaba al estar toda la policía haciendo ronda por esas calles, además de la presencia de miembros del Comité de Vigilancia, todos ellos alertados al descubrirse enseguida el primer crimen cometido.Su impulso por cumplir con su “misión” devenía más fuerte y arrollaba a cualquier precaución racional.
Al poco rato se encontraría con una mujer recién salida de la celda de una cercana comisaría localizada dentro de la jurisdicción de la City de Londres a la cual mató y se ocupó durante varios minutos de destriparla frenéticamente.
Parecería la obra de un poseso, de alguien a quien una descontrolada y maligna fantasía impele a realizar un sórdido ritual que sólo para él posee significado.Un sujeto así bien podría detenerse unos segundos más para escribir un críptico mensaje sobre una pared cuyo oscuro sentido únicamente él podía comprender.
Tiendo a pensar que en realidad la pintada en la pared ya había sido escrita antes de la noche del doble acontecimiento. Dudo que después de asesinar a la primera victima (y al parecer casi ser descubierto) y luego de haber matado a una segunda, con toda la adrenalina y desenfreno sangriento que implica, haya tenido el temple necesario para dejar una leyenda escrita en la pared. Imaginen que descontrol mental habra tenido en aquellos momentos y luego piensen si su estado era acorde como para dejar una frase en clave dirigida a las autoridades.
ResponderEliminar