domingo, 13 de noviembre de 2011

El hombre que habría ejecutado a Jack el Destripador



JAMES BERRY
 
El verdugo que podría haber ejecutado a JACK EL DESTRIPADOR





Imagenes:
Fotografía de JAMES BERRY, el verdugo oficial de Inglaterra durante la época de los crímenes de Jack the Ripper.
Al centro: Dibujo de WILLIAM BURY.
A la izquierda: fotografía de FREDERICK DEEMING,

En la mañana del 10 de enero de 1889 William Henry Bury se apersonó a la estación de policía de la ciudad escocesa de Dundee, donde residía con su joven esposa Ellen Eliott con quien había contraído enlace en abril del año anterior en el East End de Londres.

Pretendía que su mujer -la cual ejercía la prostitución- había incurrido en suicidio. Pero las pruebas forenses se mostraron muy decisivas en su contra y bastaron para esclarecer la situación sin dejar lugar a dudas. La cruda realidad consistía en que el individuo había victimado a la chica valiéndose de una cuerda que utilizó para estrangularla. La remató asestándole certeras puñaladas y, luego de culminada su pérfida agresión, escondió el arma ensangrentada dentro del hueco de un árbol.

Los médicos forenses que intervinieron en la autopsia de la malograda meretriz creyeron percibir marcadas analogías entre este deceso y las patéticas incisiones ventrales infligidas a los cadáveres de las féminas ultimadas por Jack el Destripador. En todos los casos, además, las extintas fungían como prostitutas, al igual que lo hacía la desafortunada Ellen.

El tribunal escocés halló al acusado culpable de homicidio especialmente agravado por el vínculo matrimonial, y lo condenó a purgar la pena capital. Además de dos detectives de Scotland Yard, venidos de Gran Bretaña para interrogar al reo buscando conexiones entre su crimen y la secuencia mortuoria del pasado año de 1888 en Whitechapel, se allegó a la celda del penado otro funcionario que ejercía una labor más sórdida.

Ese funcionario era James Berry, verdugo oficial de Inglaterra desde 1884 hasta 1892.
Se trataba del hombre que se habría encargado de ejecutar a Jack the Ripper si éste hubiera sido capturado y, tras su proceso penal, lo hubieran condenado a muerte.
James Berry estaba convencido que Henry Bury resultaba, asimismo, responsable de la comisión de los irresueltos crímenes atribuidos al Destripador. Este ejecutor público se caracterizó por un obsesivo interés en hallarle solución al arcano de los crímenes acaecidos en el sector este de la capital británica. Publicó un libro donde dio cuenta de sus recuerdos profesionales, y en el cual -curiosamente- sufragó a favor de la abolición de la pena máxima. Allí también refirió sus sospechas respecto de que William Henry Bury fue Jack el Destripador.

El emprendedor James Berry ajustició a ciento treinta y ún condenados, incluídas cinco mujeres, durante los ocho años en que desempeñó su oficio. Era residente de la ciudad inglesa de Bradford y, aparte de ejercer tan terrible cargo, tenía fama de ser un criminólogo aficionado que recopilaba pormenores relativos a las andanzas de los reos a quienes finiquitaba.

En el caso de Bury la presión e insistencia practicadas sobre el condenado llegó al extremo de que dicho finiquitador público se apersonó a la celda de aquél y le extendió una hoja con una confesión previamente redactada, pretendiendo que el preso debía firmarla admitiendo su culpabilidad.

Sin embargo, el recluso jamás aceptó la consumación de los óbitos adjudicados, ni haber participado en grado alguno en los mismos. Persistió en proclamar su inocencia hasta que el 24 de abril de 1889 subió al cadalso de la prisión escocesa de Dundee, donde fue colgado hasta morir en expiación por un único crimen fehacientemente comprobado.

Otro notorio delincuente sexual y asesino múltiple de los tiempos del Ripper lo constituyó Frederick Bailey Deeming. Con cuarenta y seis años en 1888 ya cargaba con un profícuo historial delictivo. Terminó siendo ejecutado en 1892, tras acreditársele los homicidios de su esposa, sus hijos y una joven amante.

James Berry también desconfió que este sujeto podría haber sido el depredador de los barrios bajos londinenses. Insistió en sostener que la culpabilidad de Deeming abarcaba igualmente a los crímenes perpetrados por Jack, y declaró en un periódico que en los instantes previos a su ejecución el reo le había confesado detalles de los asesinatos "que sólo los podía conocer el verdadero homicida". No obstante, los expertos en general descartan que Frederick Bailey Deeming, aparte de ser un vesánico criminal, fuera asimismo Jack el Destripador.

Todo indica que, a pesar de su gran entusiasmo y de sus muchos méritos, lo más seguro es que el verdugo James Berry haya muerto, a su vez, sin haber satisfecho el logro profesional que más codiciaba: Ser el hombre que personalmente quitase la vida al implacable y escurridizo demonio de Whitechapel.

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