
 Walter Sickert
Famoso pintor impresionista.
¿Pudo ser Jack el Destripador?
El insigne pintor y artista plástico impresionista Walter Richard Sickert nació el 31 de mayo de 1860 en Munich y fue criado desde niño en Inglaterra. Contaba con veintiocho años cuando acaecieron los homicidios de Whitechapel, y resultó, de atenderse algunas versiones, vinculado estrechamente con esos eventos macabros.
Su nominación más reciente se debe al libro de 2002 de Patricia Cornwell: "Jack el Destripador. Retrato de un asesino. Caso Cerrado".
Sin embargo, el primero en inculparlo fue Joseph Gorman, sujeto que adujo sin pruebas firmes, ser su hijo natural. Este último, en un programa de 1973 de la BBC británica dedicado al tema del Ripper, afirmó que todo se trató de una conspiración monárquico-masónica para matar a las víctimas de Jack, y que Sickert fue uno de los participantes de ese complot ejecutado para silenciar a aquellas infelices mujeres, pues las mismas conocían secretos que pondrían en peligro a la Corona inglesa. No obstante, aclaró que el impresionista no fue el Destripador mismo, sino que constituyó un cómplice de los crímenes. La versión de Gorman fue "mejorada" tres años después por el periodista Stephen Knight, quien publicó: "Jack the Ripper. The final solution".
Luego de esta obra sobrevendría un aluvión de libros y de artículos periodísticos adhiriéndose a la teoría de la conspiración, y en ellos al pintor siempre le correspondíó jugar algún papel.
Por ejemplo, en la excelsa obra gráfica de Alan Moore, "From Hell", no se lo sindica como el culpable, sino como un atolondrado bondadoso que no supo "cuidar" del Príncipe Albert Víctor (cuya educación social le habría encomendado la Princesa Alexandra) y que por negligencia permitió que el jóven de sangre real se liara con una dependienta de comercio pobre y católica (Annie Elizabeth Crook), la cual engendró una niña con el aspirante a monarca (que habría nacido en abril de 1885, tres años antes de la masacre provocada por Jack the Ripper).
Aunque, sin duda, el libro que más insistió en postular al artista como el asesino del Este de Londres fue el de Patricia Cornwell, ya referido.
Allí la autora llegó al extremo de contratar peritos en documentología, pintura, huellas dactilares y otras técnicas para cotejar cartas escritas por el artista con misivas presuntamente enviadas por el propio criminal a la policía y a la prensa; por ejemplo, una burlona esquela mandada al patólogo Thomas Openshaw (encargado de examinar el trozo de riñón que el 16 de octubre de 1888 recibió dentro de una caja el Jefe del Comité de Vigilancia de Whitechapel). Los análisis incluyeron pruebas de ADN, pero los resultados fueron ambiguos (por no decir absolutamente negativos) pese a que la escritora achacó la imposiblidad de acreditar la culpabilidad de Sickert a que el cadáver de éste fue incinerado.
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