viernes, 26 de noviembre de 2010

James Stephen. El poeta que fue sospechoso de ser Jack el Destripador




Fotografía del equívoco James Kennett Stephen


James Kennett Stephen contaba con muchas cosas en su beneficio: era apuesto, inteligente, de desahogada posición financiera, hijo de un prominente juez y -por si fuera poco- gozó del favor de la casa imperial británica durante cierto tiempo, por ser amigo íntimo del juvenil futuro monarca de la época: el príncipe Albert Víctor, también conocido como "Eddy".
James era primo de la célebre novelista Virginia Woolf, quien concluiría su vida cometiendo suicidio.

A su vez, su padre, el magistrado James Fitzjames Stephen, fallecería mentalmente insano. Tales datos delatarían la presencia de problemas psíquicos hereditarios en la familia de Stephen. Un accidente donde se golpeó la cabeza operaría como desencadenante de un drástico cambio en su personalidad, la cual se convertiría en amargada y violenta. Desde entonces se incubaría en su interior un patológico repudio hacia el sexo femenino.

James era algo mayor que el príncipe Eddy, y fue elegido por la corte en el año 1883 como tutor de hecho de aquél. En la selecta universidad de Cambridge, Albert Víctor se uniría al grupo de los denominados "criptohomosexuales", que asimismo integraba James Stephen junto con una serie de incipientes seudo literatos.

Se creyó advertir que entre ambos jóvenes se mantuvo, más allá de una fraterna amistad, un vínculo de carácter homosexual. Poco tiempo después, Stephen se vio forzado a separarse de su amigo cuando éste pasó a ejercer su profesión dentro de la Royal Artillery y, desde ese alejamiento, se mostró en extremo celoso de las nuevas amistades que fue cultivando su antiguo tutelado.

El traumatismo encéfalo-craneano sufrido en el año 1886 le produjo un severo absceso en el cerebro y, a partir de allí, pasaría a ser tratado por el experimentado médico de la casa real, el Dr. William Gull. Las pruebas de que este mozo se transformase con el correr del tiempo en Jack el Destripador devienen exclusivamente circunstanciales.

Algunos investigadores creyeron detectar semejanzas alarmantes entre presuntos versos contenidos en cartas asignadas a la autoría de Jack con poesías creadas por James Kenneth Stephen. El feroz rechazo del novel poeta hacia las féminas se pone de manifiesto, entre otros ejemplos, en la confección de un verso que tituló: "En el olvido", donde cuenta cómo se topó con una mujer que no le gustaba, y a la cual describió cruelmente empleando los siguientes términos:


"Encontré una mujer que no me gustaba
Suelta de caderas, de pechos grandes.
Descoyuntada, angulosa.
No me gustaba.
Y no me habría importado si hubieran acabado con ella
matándola o eliminándola".


Se ha conjeturado que el modelo de mujer allí descrito se inspiró en la víctima Elizabeth Stride.


Y si su arte constituía un fiel reflejo de sus sentimientos, parece claro que el muchacho solías ser muy extremista.
Como representación de ese rasgo suyo basta con leer los versos que le "dedicó" a un hombre desconocido que accidentalmente le dio un pisotón al descender de un tren:


"Oh, ojalá sufras eternas torturas!
!Ojalá arpías con relucientes garras desgarren tu cerebro
y que las cucarachas se ceben en tu sucia cara".

Y de que, igualmente, se trataba de un ferviente misógino, dan cuenta los siguientes versos:

"Si todo el mal que han hecho las mujeres
se metiera en un hatillo y se enrollara,
la tierra entera no podría contenerlo
y el cielo no podría abrazarlo.

Tal cantidad de maldad
desconcertaría al mismo demonio
y lo mantendría en llamas
mientras giran las ruedas del tiempo".


En cuanto refiere a la oportunidad que habría tenido para consumar los crímenes, cuando menos está acreditado que James Stephen se encontraba presente por la ciudad de Londres en los días cuando los mismos acontecieron. La salud mental del poeta iría declinando desde el año 1888, hasta que en 1890 fue recluido en una institución para enajenados psíquicos.

De todas formas, aunque el personaje deviene literariamente atractivo por su extravagancia, la mayoría de los expertos en el tema no lo toman en consideración como un serio postulante a haber constituido el criminal.
Sencillamente, se carece de pruebas efectivas para involucrarlo sólidamente en aquellos homicidios.

Su gradual declinación hacia la demencia parecería haber transitado por la depresión y por el derrumbe nervioso, más que por las explosiones de violencia precisas para determinarlo a emprender los brutales asesinatos que se le conocieran a Jack el Destripador.

1 comentario:

Gracias por comunicarse con Gabriel Pombo.