Blog del autor Gabriel Pombo dedicado a Jack el Destripador, la era victoriana y a otros asesinos en serie
miércoles, 28 de abril de 2021
LA NOCHE DEL DESTRIPADOR: gran novela de Robert Bloch
Dejaremos en este artículo constancia de una de las más ingeniosas obras literarias que, desde el plano de la pura ficción, buscaron resolver el insondable enigma de la identidad del mítico asesino en serie victoriano motejado Jack the Ripper.
Nos referimos a la novela titulada en su original en lengua inglesa “The nigth of the Ripper” - "la noche del Destripador"-, elaborada por Robert Bloch, celebrado creador de la terrorífica novela “Psicosis” que sirviera de base a la película homónima dirigida por el genial Alfred Hicchock. Todo el libro de Robert Bloch destila una ingeniosa fantasía elegantemente narrada, y en ella reside su mérito como obra de ficción.
En dicha narración el novelista propondrá como pareja criminal a
la compuesta por un médico ruso llamado Alexander Pedachenko,
encargado de practicar los mortíferos ataques, de los cuales lograba salir impune merced al auxilio brindado por su novia, una bella enfermera presa de
desordenes psiquiátricos.
La estructura de la ficción está construida con solidez y la trama
permite una lectura ágil y cautivante. Aquí el nuestro conocido Inspector Frederick George Abberline y un novato médico norteamericano residente del Hospital de Londres lucharán codo con codo en pos de frenar la ola de homicidios
En una dramática escena final el joven doctor descubrirá
horrorizado que la mujer a la cual ama sin ser correspondido es la desquiciada cómplice de un desalmado y lunático cirujano ruso responsable
de la matanza.
Cabría destacar que Alexander Pedachenko no es sino el apodo dado a un
un imaginario sospechoso a la identidad de Jack el Destripador.
Estaríamos, pues, frente a otra de las transformaciones
proteicas asignadas al legendario victimario secuencial que asoló Whitechapel en el otoño de 1888.
Jamás existió el médico psicópata y asesino Alexander Pedachenko.
Se trató únicamente de una ceación literaria.
Pero su inexistencia en el mundo real no le impidió a su figura
estar presente tanto en entramados cuyos artífices admitieron de manera
expresa que se trataba de fantasías como en relatos de obras
pretendidamente serias.
De tal guisa se había aseverado que el ficticio sujeto era un
cirujano sádico que resultó introducido en Gran Bretaña por la
Ochrana –policía secreta rusa de la época zarista– y fue
alentado a provocar los crímenes con el fin de desacreditar a las
autoridades inglesas; dejando así en evidencia lo incompetentes que eran
a la hora de capturar a un ejecutor inteligente.
Respecto a los móviles que animarían al enteléquico Dr. Alexander
Pedachenko a llevar a cabo sus barrabasadas, su motivación
simplemente radicaba en que este hombre constituía un homicida serial nato
con varias muertes en su haber cometidas en su Rusia natal, donde
era considerado por las autoridades como el más peligroso e implacable criminal del momento.
Pero finalmente la milicia secreta zarista consiguió atraparlo, y
se le ofreció su liberación a cambio de que hiciera de las suyas en
Gran Bretaña, país donde lo ingresarían de forma clandestina.
Los rusos sabían bien que el pérfido maníaco continuaría con sus
desmanes en el este de Londres a dónde se lo trasladó en el año 1888, ya
que al parecer por razones diplomáticas se cuidaron de que su sicario no eliminase a otros miembros de la población británica más
que a unas infelices y marginadas prostitutas.
En cuanto al sistema utilizado para garantizar el éxito de sus fatídicos atentados, al Dr. Pedachenko lo auxiliaban dos cómplices, un amigo
suyo llamado Levitski y una joven modista apellidada Winberg.
La fémina se aproximaba a las futuras víctimas emprendiendo
una amable charla con el fin de distraerlas mientras el cómplice masculino montaba guardia vigilando por si aparecían los policías.
Una vez armado ese escenario Alexander Pedachenko, hasta
entonces oculto entre las sombras, arremetía raudamente cuchillo en
mano y ultimaba a las desgraciadas con fría eficacia cortándoles el cuello
para dar muestras, acto seguido, de su pericia profesional al momento
de mutilar los cuerpos exánimes.
La historieta del salvaje cirujano ruso concluye con su escape
del Reino Unido amparado, una vez más, por los agentes de la policía secreta zarista.
Su primera escala devendría en Bélgica, país en donde viviría
por un corto lapso pretendiendo ser el Conde Luiskobo.
Su segunda y última parada la haría en Moscú, ciudad en la que
–como ya no servía más a los maléficos propósitos de la policía
secreta rusa– sería capturado y puesto a resguardo en un manicomio donde
fallecería en el año 1908.
No les iría mejor a sus cómplices a quienes se encerraría de por
vida en los campos de concentración de la gélida localidad de
Yakutsk.
Volviendo a la historia narrada en “La noche del Destripador”,
Mr. Robert Bloch sugiere que el binomio matador integrado por el Dr. Alexander
Pedachenko y la enfermera se entendía a la perfección al tiempo de
perpetrar los crímenes.
El novelista no olvidaría sacar provecho de las extrañas
declaraciones de Mrs. Caroline Maxwel y de Mr. Maurice Lewis, que fueron los testigos que, al deponer durante el sumario judicial instruido tras la muerte de Jeanette Kelly, aseguraron haber visto a esa occisa con vida y gozando de buena salud en horas donde –según el dictamen de los médicos
forenses– ya se había producido su deceso.La solución propuesta por Bloch radica en que los declarantes no mintieron al ser interrogados por las fuerzas del orden sino que realmente creyeron de buena fe que la mujer a la cual avistaron luciendo las ropas de Kelly acompañada por un hombre desconocido era esa infortunada víctima, cuando en verdad se trataba de la enfermera y
su compinche el médico Destripador.
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