domingo, 18 de julio de 2021

Las víctimas de Jack el Destripador

LAS VIDAS NO TAN OLVIDADAS DE LAS CINCO VÍCTIMAS DE JACK THE RIPPER

                           
                      PORTADA Y CONTRATAPA DEL LIBRO EN SU EDICIÓN EN ESPAÑOL
  
            LA AUTORA HALLIE RUBENHOLD EXHIBIENDO UN EJEMPLAR DE SU OBRA

     En el año 2019 fue publicado el que continúa siendo hasta la fecha de edición del presente artículo (mediados de 2021) el libro que ha gozado de mayor resonancia mediática en los últimos tiempos sobre el caso del asesino serial victoriano Jack el Destripador
      Nos referimos al ensayo elaborado por la historiadora británica Hallie Rubenhold, cuyo título en habla hispana es: "Las cinco mujeres", y que tiene por subtítulo: "Las vidas olvidadas de las víctimas de Jack el Destripador" (versión en castellano a cargo de Roca editorial, 1ª edición, octubre 2020, traducción de Mónica Rubio, impresa en los talleres gráficos Rodesa Estella, Navarra, España).
       En una entrada anterior aludimos a su meritorio trabajo de investigación histórico, centrándonos en criticar la teoría cardinal esgrimida por esta autora, según la cual nunca se habría podido comprobar que las cinco féminas asesinadas ejercieran la prostitución y, en cuanto a sus decesos atañe, que su victimario las habría finiquitado mientras se hallaban dormidas (http://pomboypombo.blogspot.com/2020/12/las-cinco-victimas-de-jack-el.html).
      Pasaremos aquí a comentar lo que, en nuestra modesta opinión, representa el aspecto más digno de valorar en esta obra: la ardua y meticulosa labor que Hallie Rubenhold llevó a cabo, esculcando sobre todo en las vidas (más que en las muertes) de aquellas infortunadas; en la rica y novedosa información que sus pesquisas nos proporciona, y que vuelve tan atractiva y cautivante la lectura de este texto. 
        La obra contiene mucha información inédita, que incluye a fotografías como la que se reproduce supra:
      William Nichols, el ex esposo de Polly en una fotografía posterior a abril de 189, tras su casamiento con Rosetta Walls. a quien se ve a la derecha sentada, al lado de este, de pie, su hijo George Percy y abajo su joven esposa, Mary Ann Cushway.
       Precisamente de la vida de Mary Ann Nichols, primera víctima canónica de Jack el Destripador, la historiadora aporta múltiples datos poco sabidos. 
      Entre ellos, nos enteramos que en su juventud disfrutó de un buen pasar, y que en su época de casada con el maquinista impresor William Nichols residió, con este y sus hijos menores, en un cómodo apartamento de los edificios "Peabody" (construidos por el magnate y filàntropo George Peabody) sito en Stamford Street, Lambeth, desde el año 1876 hasta la fecha de su última discusión marital. 
       Los motivos de las fricciones en el matrimonio Nichols eran variados, pero se especula que el detonante de la crisis conyugal radicó, por parte del hombre, en su molestia porque su esposa había comenzado a darse a la bebida y desatender sus quehaceres domésticos, y por el lado de Mary Ann, en que su cónyuge se lió en una relación clandestina con Rosetta Walls, obstetra que la asistiera en su último parto. 
   Las peleas fueron en aumento hasta que el 29 de marzo de 1880  Polly se enfrentó a la penosa realidad de que William no se privaría de la compañía de Rosetta. Aquella tarde la esposa de 34 años cargó sus módicas pertenencias para abandonar definitivamente su antiguo hogar de clase media. 
       De hecho, tras separarse, la joven percibió por un corto perìodo una manutención de cinco chelines semanales, pero el esposo pudo acreditar que ella estaba conviviendo con un hombre, y técnicamente cometiendo adulterio, por lo que reclamó ante el juez competente quien le dio la razòn y lo eximió de aquella carga. 
        Tras cesar el pago de esa pensión Mary Ann quedó sin sostén financiero. Carecía de ingresos y ahorros, y parece claro que su nueva ocasional pareja - un tal George Crawshaw- se desentendió de brindarle asistencia. 
       Sobre su destino posterior a dejar el hogar conyugal y perder la prestación que recibía se nos informa: 
        "...Polly no se fue a vivir con su padre y hermano, sino que se marchó por su cuenta. Para una mujer que nunca había vivido sola, que siempre había estado rodeada por varones protectores, este nuevo modo de vida debió suponer un profundo choque... Polly no habría tenido practicamente dinero con el que subsistir, a menos que quisiera aventurarse en una insalubre pensión, donde se podía conseguir una cama por cuatro peniques al día..." (1).
        El absoluto desamparo en que quedó la forzó a ingresar al asilo de Lambeth Union el 24 de abril de 1882 en el cual residió durante once meses hasta el 24 de marzo de 1883 y, tras un breve e infructuoso lapso, donde trató de solventarse por su cuenta, reingresó a ese asilo el 2 de junio de aquel año. Luego dejaría ese establecimiento para compartir una humilde finca con su padre y su hermano. Este retorno a su familia de origen fue fugaz, pues desde marzo de 1884 pasó a convivir con un herrero viudo con tres hijos, Thomas Stuart Drew. 
       En junio de 1886 Edward Walker, hermano de Mary Ann, falleció tras sufrir un accidente fatal a causa de la explosión de una lámpara de parafina. Esta repentina tragedia contribuyó a que la desconsolada hermana retomase sus hábitos de alcohólica, que se agravaron a partir de noviembre de ese año, pues ya no contaba con la protección de Drew. El herrero viudo la había descartado para casarse con una mujer más joven.
         También sobre la segunda víctima, Annie Chapman la obra trae novedades. 
         Nació con el nombre de Annie Eliza Smith Chapman, dio la coincidencia de que su segundo apellido era igual al de su futuro esposo John Chapman, y fue hija de un militar de bajo rango de nombre George y una ama de casa llamada Ruth. Varios de sus hermanos fallecieron de escarlatina y su padre se suididó el 13 de junio de 1863, inesperadamente, mientras fungía como sirviente del capitán Thomas Naylor Leyland. 
         Esa desgracia no dejó a la muy joven Annie en la ruina como podría suponerse, sino que - tras recibir su madre una pensión estatal y una donación de parte del patrono de su fallecido esposo- mantuvo, junto a su madre y hermanos, un pasar de clase media en una residencia de tres pisos en Knightsbrigde en el número 29 de Montpelier Place. 
         Como inquilino llegó a esta casa el joven cochero John Chapman, y pronto se dió un "flechazo" entre él y la hija de su arendadora. Se casaron el 1º de mayo de 1869. Annie que entonces era un chica veintisiete años, que había servido de doméstica, se convirtió en señora de su propia casa y, pronto, en esposa y madre. 
          Tras diez años de matrimonio John logró escalar una sòlida posición como cochero personal del rico terrateniente Francis Tress Barry en Saint Leonard´s Hill cerca de Windsord. Una vida casi perfecta para la joven madre de dos pequeñas hijas. 
           ¿Que falló entonces? ¿Cómo Annie pudo descender y acabar viviendo en el East End hasta su patético final? Hallie Rubenhold lo resume así:
            "...Esta podìa haber sido la historia de Annie en su totalidad; podría haber acabado en la comodidad y la tranquilidad de la clase media en la propiedad de un caballero...El curso de sus vidas podría haber acabado de una manera muy diferente si Anniel no hubiera sido una alcohólica..." (2).
           La caída no fue inmediata sino que pasó por el fracaso de la mujer ante su internación en un centro de recuperación, y porque su patrón amenazó a John con el despido y que sus dos hijos menores vivos -la primera hija falleció de adolescente y el niño era discapacitado- quedasen sin sustento. 
        El marido, pese a que amaba devotamente a su esposa, accedió con pena que ella volviera a casa de su madre y hermanos, y le asignó una generosa pensión de diez chelines por semana, pero Chapman, cada vez más sumida en la bebida, pronto dejó la casa materna y se lió con un hombre apodado Jack "Sievey", alias que debía a que fabricaba y vendía coladores de alambre. 
          Hallie Rubenhold especula que acompañando a este amante fue que la mujer terminaría establecida en ruinosos alojamientos de la calle Dorset de Whitechapel, adonde Jack iría en busca de vender en forma callejera sus coladores de alambre en la segunda mitad de 1884.
          Hasta diciembre de 1886 Annie percibió su manutención, pero desde entonces John cayó gravemente enfermo y al poco tiempo falleció. Sin el ingreso monetario semanal y con una viuda cada vez más melancólica Jack Sievey decidió abandonarla a comienzos de 1887. 
        Annie debió apañarse para subsistir vendiendo flores y realizando labores de ganchillo, y desde 1888 contó con el apoyo financiero de un "amigo con derechos" llamado Edward Stanley de 45 años que, aunque menor que ella, estaba aquejado por serios problemas de salud y percibìa auxilio estatal y, debido a ello, era apodado "El Pensionista". 

NOTAS:

(1)  Hallie RubenholdLas cinco mujeres. Las vidas olvidadas de las víctimas de Jack el Destripador, en castellano, Roca editorial, 1ª edición, octubre 2020, traducción de Mónica Rubio, impresa en los talleres gráficos Rodesa Estella, Navarra, España, pag. 67.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por comunicarse con Gabriel Pombo.