jueves, 16 de diciembre de 2010

Jack el Destripador: El asesino conspirador

JACK EL DESTRIPADOR:
el asesino conspirador.
El Doctor William Withey Gull fue sindicado principal perpetrador de los asesinatos por la teoría de la "conspiración monárquico-masónica".
El Dr. William Withey Gull era el médico oficial de la corona británica por el año 1888, y se le había encargado cuidar (lo cual hizo con éxito) de la integridad física del Príncipe de Gales y, ulteriormente, de la precaria salud de su hijo, el heredero Príncipe Albert Víctor.
Se trató de un eminente facultativo, sumamente respetado merced a sus logros académicos. Empero, ni siquiera tales méritos profesionales le libraron de ser nominado, años después de su fallecimiento acaecido en el año 1890, de constituir el responsable de las mutilaciones inferidas por Jack the Ripper, operando como ejecutor material de un sórdido complot.
La hipótesis, que la mayoría de los especialistas en la materia descartan (y hasta ridiculizan), se debió a la inspiración del periodista y escritor Stephen Knight, y vio la luz pública por el año 1976 con la publicación del ensayo titulado: "Jack el Destripador. La solución definitiva".
En esa obra, conforme hemos adelantado, se postula al médico de la Reina Victoria como el causante directo de los homicidios.
Sir William habría sido secundado por el cochero John Charles Netley, y por otros personajes de más encumbrado rango.
Entre ellos, el mismísimo Primer Ministro de la época, Lord Robert Salisbury, el máximo cargo policial, General Charles Warren, y su segundo en el mando, Doctor (luego Sir) Robert Anderson; todos estos hombres serían integrantes de la masonería británica.
Echa de verse, pues, que la pretensa conspiración estaba compuesta por miembros de la realeza o, al menos, por jerarcas gubernamentales asaz prominentes, así como con seguidores de la logia masónica, institución de fuerte arraigo y poder en la Inglaterra victoriana.
¿Por qué una conjura para eliminar (con tanta crueldad) a cinco míseras prostitutas?.
La explicación brindada por Stephen Knight radica en que estas mujeres (Polly Nichols, Annie Chapman, Liz Stride y Mary Kelly -a Kate Eddowes la habrían ultimado por error-) configuraban testigos indeseables del casamiento clandestino entre el Príncipe Albert Víctor y la plebeya Annie Crook, y de la existencia de una hija con derecho al trono, fruto de dicho matrimonio.
También se adujo que eran frustradas chantajistas, que pretendían cobrarle dinero a la Corona inglesa a cambio de su silencio.
La tarea de acabar con el riesgo de que se desatase un escándalo de descontroladas dimensiones le fue encomendada al devoto Dr. Gull.
El médico había sufrido, en el anterior año de 1887, un ataque cardíaco que afectó sus facultades cerebrales produciéndole "afasia", trastorno que provoca severas alucinaciones a quienes lo padecen.
En su desquicio, el afamado galeno se creyó destinado a conjurar el peligro representado por las meretrices chantajistas.
En su afiebrada mente se habría convertido en uno de los vengadores de la muerte del mítico fundador de la logia masónica: Hirám Abiff (quien, a su vez, falleció asesinado a manos de tres ingratos discípulos: "Jubela" "Jubelo" y "Jubelum", según la tradición de esa hermandad).
De acuerdo al rito, a los traidores se los ajustició mediante cortes a cuchillo, inflingidos de izquierda a derecha en sus cuellos, y sus órganos internos fueron extraídos y colocados de forma ceremonial en torno a sus cadáveres.
De ese modo fue que perecieron también algunas de las víctimas del Destripador.
Así comienzan las leyendas...

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