martes, 31 de enero de 2012

Los traficantes de cadáveres y Jack el Destripador

BURKE y HARE y JACK EL DESTRIPADOR






IMAGENES: Abajo: Bosquejo de BURKE y HARE: recordados como los "TRAFICANTES DE CADÁVERES". Arriba: Fotografías del magistrado WYNNE BAXTER y de la víctima ANNIE CHAPMAN





En la encuesta judicial realizada por motivo del asesinato de Annie Chapman ocurrió un hecho muy curioso: el propio magistrado de la causa, el respetable Wynne Baxter, asombró a todos los presentes en la sala cuando planteó la hipótesis de que el homicida podría ser un extranjero dedicado al robo de órganos para su venta a entidades médicas.

Se aludió, pues, a algo que la sociedad victoriana ocultaba, pero que la gente sospechaba, a saber: la existencia de un tráfico de órganos más o menos solapado, y de organizaciones criminales muy activas que lucraban con este sórdido comercio.

Las conjeturas del juez pronto salieron en la prensa, y el pueblo británico se sintió (literalmente hablando) extremecido por un escalofrío. Estos crímenes extraños que se venían verificando en Whitechapel durante el otoño de 1888 (con mutilación y extracción de órganos a las presas humanas) traían lúgubres reminiscencias. Les hicieron recordar unos sucesos macabros acaecidos más de cien años atrás.

William Burke y William Hare, eran los nombres que concitaban tan inquietante recordatorio. Burke y Hare, los asesinos que pasaron a la historia del crimen bajo el mote de "Los traficantes de cadáveres", "Los profanadores de cuerpos", y por varios otros epítetos igualmente siniestros.
¿Quienes fueron?

Se trató de dos jóvenes norirlandeses que se conocieron en 1818, mientras trabajaban de obreros en la construcción del llamado "Canal de la Unión". Su amistad perduró y, en 1827, cuando Hare se casó con una viuda que regenteaba una pensión para huéspedes, le propuso a Burke que viniese a ayudarles en compañía de su joven esposa Helen.

Aparentemente, trabajaron en forma honesta y normal durante un tiempo. Sin embargo, ya sea porque las ganancias que arrojaba la pensión eran magras, o ya fuese por ambición de mejoría económica, los hombres comenzaron a emprender una segunda actividad. Por las noches solían acudir a los cementerios de Edimburgo, Escocia, para desenterrar cadáveres recientemente sepultados. Luego los vendían a entidades médicas.

Cabe precisar que esta práctica, que hoy nos parece tan increíble, devenía bastante común por aquél entonces. Lo no habitual, empero, fue el proceder ulterior de estos desenterradores de cuerpos.

Un día un molinero borrachín falleció de un síncope dentro de una de las habitaciones de la casa de inquilinato de los Hare, y ese cadáver estaba demasiado fresco como para desperdiciarlo. Raudamente, el dúo transportó el cuerpo al consultorio clínico de un connotado anatomista que ya era cliente de ellos: El doctor Robert Knox.

Y ya sea porque la suculenta suma que en esa ocasión percibieron (muy superior a la que usualmente les pagaban a cambio de otros organismos en mal estado) les estimuló la codicia, o ya fuese por mero sadismo, lo cierto resultó que a partir de ese incidente dio comienzo a la aventura sanguinaria de los socios.

Desde entonces, si algún huésped sin familia caía enfermo en el hospedaje a sus padecimientos ponía fin William Burke, asesinándolo a través de una maniobra de estrangulación que pasó a la historia forense con el nombre de "Método Burke".

Hare y las mujeres colaboraban pero, al parecer, la tarea ultimadora quedaba en exclusiva a cargo del robusto Burke. Una retahíla de misteriosas de desapariciones acababan en la casa de huéspedes, por más que nadie reclamaba a los desaparecidos. Se trataba de personas sin hogar ni familia, vagabundos, enfermos mentales o prostitutas menores de edad escapadas de sus hogares. Se adujo que la orgía criminal sumó dieciséis víctimas, aunque los victimarios terminaron siendo procesados por un número inferior de muertes.

El homicidio, particularmente cruel, de una anciana pordiosera (Mary Docherty)constituyó el último. Otra inquilina -la esposa de un soldado apellidado Gray- sospechó, y valiéndose de un descuido de Burke (quien había salido para ir a emborracharse a una taberna)ingresó a la sucia y desordenada habitación. Debajo de unas sábanas manchadas de sangre yacía el destrozado organismo de la infeliz anciana.
Sobrevino la denuncia y las autoridades actuaron.

El grupo fue puesto bajo arresto, y el matrimonio Hare finalmente traicionó a su socio y amigo. Llegaron a un acuerdo con el Fiscal para salvar el pellejo. William Burke terminó ejecutado en una plaza pública. Las esposas cómplices abandonaron Escocia bajo identidades falsas para eludir la ira popular.

De Willian Hare, se rumoreó que, tras traicionar a su compañero, se marchó rumbo a Inglaterra. Pero mientras trabajaba en la capital británica unos obreros descubrieron su identidad. Furiosos, lo golpearon hasta dejarlo casi muerto. Lo cargaron en vilo y lo introdujeron dentro de un contenedor repleto de cal viva. Quedó ciego y concluyó su existencia convertido en pordiosero, vagando por las calles de Londres, según se dijo.

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