lunes, 11 de febrero de 2013

El Loco del Hacha y Jack el Destripador

LA TEORIA SEGUN LA CUAL EL LOCO DEL HACHA DE AUSTIN
Y JACK EL DESTRIPADOR FUERON UNA MISMA PERSONA








JAMES MAYBRICK: este sospechoso a la identidad de Jack the Ripper
también podría haber sido El Loco del Hacha de Austin










Imagen a la izquierda:
Recreación de un Loco del Hacha








La historia criminal registra dos casos paradigmáticos en los cuales a un anónimo y feroz ultimador se lo tildó con el mote de "El Loco del Hacha".

El más conocido de los eventos refiere al llamado "Loco del Hacha de Nueva Orleans" (u Hombre del Hacha de Nueva Orleans).
Se trató aquí de un victimario impune que operó en aquella ciudad estadounidense, y cuya secuencia de sangre abarcó de mayo de 1918 a octubre del año siguiente. Fue tristemente famoso por su saña, y gracias a una truculenta carta donde se definía como un demonio e invocaba que sus crímenes estaban inspirados en la música de jazz.

Menos reputados y mediáticos que los crímenes antes mencionados, resultaron los cometidos por "El Loco del Hacha" de la también norteamericana ciudad de Austin. Este misterioso asesino fue el causante de una ola de homicidios salvajes, macabros e impunes acontecidos en las postrimerías de 1884 y durante el año 1885.
Nunca se capturó ni desenmascaró al culpable de tales fechorías, pero muchos años después de estos sucesos se barajó un nombre por demás sorprendente: James Maybrick.

Doblemente asombroso deviene este candidato si consideramos que igualmente resultó nominado a haber sido el hombre que se ocultaba bajo el mucho más infame seudónimo delictivo de Jack el Destripador. El sospechoso procedía de una antigua y respetable familia que a la fecha de su nacimiento -24 de octubre de 1838- llevaba sesenta años instalada en la ciudad de Liverpool. De hecho, fue el primogénito, porque Williams, el primer hijo del grabador de metales William Maybrick y su esposa Susannah, falleció cuando apenas contaba con tres años de edad. A James le sucedieron Michael, nacido en 1841, quien de adulto se convirtió en un célebre compositor, Thomas, nacido en 1846, y Edwin venido al mundo en 1851, estos dos últimos hermanos se inclinaron, igual que James, por la actividad comercial.

El camino profesional tomado por Maybrick fue el comercio algodonero, notablemente incrementado en Inglaterra a raiz de la Guerra Civil Norteamericana que provocó gran escasez de algodón. Esta coyuntura tornó el negocio de compra-venta abierto a los hábiles especuladores, actividad en la que este comerciante destacaba por condiciones innatas. James Maybrick viajó bastante, y los Estados Unidos de Norteamércia configuró uno de sus destinos favoritos. En 1880, durante el curso de uno de esos frecuentes periplos marítimos, se ennovió con Florence Chandler, de diecinueve años; joven hermosa y adinerada proveniente de una noble familia de Mobile, Alabama. Pero también se alega que el individuo habría estado en suelo de Norteamérica a fines de 1884 y durante 1885, más en concreto en la sureña ciudad de Austin.

Una de las más entusiastas propagandistas a la hora de identificar a James Maybrick con Jack el Destripador es Shirley Harrison. Esta escritora redactó los comentarios al denominado "Diario de Maybrick"; vale decir, el manuscrito supuestamente hallado por el desocupado liverpoolense Michael Barrett en 1991, el cual entre 1992 y 1993 vio su publicación y generó enorme revuelo, pues se pretendía que aquellas letras eran obra del mismísimo Jack the Ripper, que habría impreso allí su confesión póstuma.

Advirtiendo un sabroso filón, la autora publicó en 2004 una nueva indagatoria vinculada al asunto: "The american connection"- ("La conexión americana"), editorial John Blake Publishing, Londres, Inglaterra.
En dicho libro se esgrime presunta evidencia de que Maybrick se habría encontrado presente -como ya se dijo- en la ciudad de Austin, Estado de Texas, Estados Unidos, a finales de 1884 y durante 1885. La noticia en sí misma muy escasa trascendencias revestiría, si no fuese porque en la citada metrópoli tuvo lugar una retahíla de estremecedores asesinatos con mutilación que la posteridad recuerda como "La matanza de Austin".

La historia cuenta que un homicida en serie deambuló por las calles de Austin dejando un reguero de sangre a su paso.
El arma asesina: un hacha.

En su mayoría las víctimas resultaron jóvenes mujeres afrodescendientes que laboraban de empleadas domésticas en fincas emplazadas en los suburbios, aunque por excepción uno de los muertos lo constituyó un hombre, novio de una de aquellas, el cual,según se conjetura, fue ultimado tras salir en defensa de la chica.La inicial presa humana la conformó Mollie Smith, victimada el 30 de diciembre de 1884. A esta fémina le acompañaron al siguiente año, en trágico desenlace, Eliza Shelley, el 6 de mayo, María Ramey, el 29 de agosto, Gracie Vance y Washington Orange, ambos el 27 de septiembre, Susan Hancock y Eula Phillips, las dos el 24 de diciembre de 1885.

Jamás se supo la identidad de aquel despiadado ejecutor múltiple. Se detuvo a tres sospechosos, pero sólo uno de ellos -William Sydney- fue conducido a juicio y, al cabo, devino exonerado por ausencia de pruebas. ¿Se trató de "trabajos tempraneros" de Jack el Destripador?

Aunque publicaciones contemporáneas a esos crímenes sostuvieron que tal extremo era probable, y que el matador de Whitechapel era idéntico en su accionar al que, un lustro antes de los homicidios victorianos, finiquitase a siete mujeres y a un hombre en Austin, es casi seguro que ello no fue así. Ni la elección de la clase de víctimas, ni el modus operandi utilizado coinciden.

No obstante, en el libro de Shirley Harrison se explora la eventualidad de que Maybrick, por razones mercantiles, hubiese arribado a esa ciudad norteamericana en esas fechas exactas -hecho no comprobado y que más bien se arguye como una posibilidad- y, mezclando los negocios con la vesania criminal, dedicase su tiempo libre entre una operación mercantil y otra a perpetrar, hacha en mano, esas espantosas crueldades.

¡Pobre James Maybrick! No le permiten descansar en paz.
Algunos ripperólogos insisten en transformarlo en un monstruo.

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