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Portada de una edición de FROM HELL
mostrando al presunto asesino con su cuchillo

El eximio escritor Alan Moore autor
de este comic sobre Jack el Destripador

Gran actuación de Johnny Deep
en el rol de Inspector Frederick Abberline
El excelso comic titulado "From Hell" ("Desde el infierno") demostró que aún desde esta clase de literatura se puede dar cima a una obra seria sobre Jack the Ripper y la era victoriana.
La novela gráfica escrita por Alan Moore, con dibujos de Eddie Campbell, sirvió de inspiración a la película homónima estrenada en el año 2001 bajo la dirección de los hermanos Hugues, y contó con las actuaciones protagónicas de Johnny Deep interpretando al Inspector Abberline, Iam Holm en el doble papel de Jack el Destripador y Dr. Gull, y Heather Graham encarnando a Mary Jane Kelly, entre otros magníficos actores y actrices.
En su versión original Alan Moore ofrece un prólogo de su obra en el cual se nos muestra a dos ancianos paseando, en el año 1923, por una playa de la localidad inglesa Bournemouth, durante el curso de un imaginario diálogo. El Inspector Frederick Abberline y el mentalista y médium Robert Lees -pues son ellos los ancianos en cuestión- entrarán en confidencias, y el primero en abrirse será el psíquico, quien le confesará a su amigo que todas las visiones que al cabo de su larga vida declaró experimentar no fueron más que invenciones pergeñadas a fin de sacar provecho económico, o para satisfacer su vanidad de sentirse foco de la atención ajena.
Habría comenzado elaborando distintas fábulas con el objeto de sorprender y agradar a sus mayores ya desde muy pequeño. Por tal razón, cuando a los dieciséis años fue presentado a la corte británica para exhibir sus dotes ante la Reina Victoria, se creyó obligado a seguir el juego simulatorio -ahora estimulado por los beneficios financieros y los halagos-, el cual continuaría representando por el resto de su existencia.
Al caer la tarde, Lees acompaña a su amigo de regreso a la casa de éste, quien cada vez más melancólico se quejará de lo mal que fue tratado por el cuerpo policial años atrás, donde se le mintiera y se le faltara el respeto, conforme le señala Abberline, aunque sin aclarar a qué se refiere. A su vez, Lees -aunque tampoco se muestra explícito- le preguntará si no se siente culpable. Por su parte él sí parecería sentirse culpable, a juzgar por los inquietos comentarios que le formula a su amigo:
-¿Porqué dejamos que lo enterraran?- se interrogará.
-¡Porque no queríamos que nos cortaran el cuello!- le responderá con énfasis el anciano ex Inspector.
Luego sacarán a colación el asunto de un presunto dinero recibido para olvidarse de todo lo que sabían; y un abatido Abberline repasará:
-Una buena pensión, buenas ropas, una casa cara y bonita en Bournemouth frente al mar... No me salió tan mal la cosa, ¿verdad?
En su apéndice de notas, Alan Moore explica que algunos indicios avalan que ambas personas podrían haber continuado su relación después del año 1888 -en caso de que realmente se hubiesen conocido por aquella fecha-. La sugerencia de que Abberline -y quizás también Lees- hubiese aceptado un soborno para callar cuanto sabía acerca de la identidad de Jack el Destripador proviene de varios autores, incluido Stephen Knight, pero aquí se postulará sólo por interés literario, aclarándose que no existen pruebas para confirmar esa suposición, la cual podría ser tanto falsa como verdadera.
Durante el desarrollo de la trama aparecen en forma algo marginal el pintor Walter Sickert y el príncipe Albert Víctor, y se repite la consabida historia donde este último conoce a Annie Crook, su casamiento, y el nacimiento de la bebé de ambos, Alice Margaret, en el hospital de Marylebone por el mes de abril de 1885. Pero el personaje cardinal de la historia será decididamente el Dr. William Withey Gull, en cuyas extrañas razones para convertirse en el criminal de Whitechapel se buceará brillantemente en esta narración gráfica.
En 1871 el galeno fue elegido médico personal de Albert, el príncipe de Gales, padre de Albert Víctor e hijo de la Reina Victoria. Se alega que el cargo de médico oficial de la Corona británica se le asignó al Dr. William Gull gracias a la influencia de sus amigos en la masonería, integrantes del gobierno. También se describe, de manera muy pintoresca, la ordalía de iniciación como maestro masón del protagonista del cómic. Podemos advertir las referencias que se formulan respecto de presuntos secretos de la masonería; por ejemplo, la consigna mediante la cual un masón requiere auxilio a otro en situaciones problemáticas: "¿No hay ayuda para el hijo de la viuda?".
Más adelante, contemplaremos como el matador le plantea esa consigna al jefe máximo de la Policía Metropolitana, Sir Charles Warren, conminándolo a que le deje el campo libre para llevar a cabo su tarea ultimadora sobre las peligrosas meretrices alineadas contra la Corona. Asimismo, observaremos el ataque cardíaco que en el año 1887 afectó al facultativo, generándole ligeras lesiones físicas pero severos trastornos psíquicos. El desorden cerebral le habría provocado afasia, enfermedad peculiarizada por causar a sus víctimas toda clase de extrañas alucinaciones.
Se dedica un capítulo entero a los paseos que, en un carruaje guiado por el cochero cómplice John Netley, efectuará el cirujano visitando lugares de Londres en los que percibe símbolos y significados místicos, así como contenidos masónicos; por ejemplo, la catedral de Hawksmoor con su impresionante campanario. La erudición que el guionista denota al ofrecer estas descripciones al lector prueba un profundo conocimiento de la historia británica en general y de la ciudad de Londres en particular.
Del estado febril de la mente del Dr. William Gull, y del papel que considera le ha sido deparado por el destino, dejan constancia las siguientes palabras que éste dirige a su futuro cómplice, según pone en su boca Alan Moore:
-Nuestra historia ya está escrita Netley. Está escrita con sangre que ya hace tiempo se secó
Luego, tal cual era de esperar, se llevan a efecto los asesinatos. A veces, el médico matará a su presa dentro del propio carruaje, iniciando tranquilamente la disección ritual para después, una vez concluida su macabra faena, trasladar los cuerpos con ayuda del sirviente hasta los distintos sitios donde finalmente éstos serán hallados.
Igualmente, le corresponde un rol destacado en la trama al Inspector Frederick Abberline, presentado aquí como uno de los pocos policías que verdaderamente tenían deseos de frenar la matanza y capturar al sádico criminal. Una anécdota, en apariencia marginal, que terminará siendo trascendente en esta ficticia propuesta, está dada por la relación más bien platónica que Abberline sostendrá con una joven prostituta que le dice llamarse Emma, con la cual comparte ginebras en las tabernas de Whitechapel. Emma no resultaría ser el auténtico nombre de esta mujer, a la que el Inspector -quien también le proporciona un nombre falso a ésta- accederá a prestarle el dinero que sutilmente aquella le requiere. La cita donde al fin iría a producirse el encuentro amoroso entre Frederick y "Emma" se difiere para el 9 de noviembre de ese año de 1888.
Esa mañana el policía concurrirá a verla al pub luciendo su mejor traje, pero sólo para comprobar indignado que la chica faltó a la cita y le dejó, a cambio, una carta de despedida y disculpa. En el apéndice explicativo de From Hell el guionista nos informa que "Fair Emma" y "Ginger", entre otros, constituían apodos a través de los cuales se daba a conocer ante sus clientes Mary Jane Kelly.
En las viñetas que cierran el cómic, se nos ofrece la -obviamente- ficticia ascensión del espíritu del Dr. William Gull tras su muerte en el hospicio donde concluyera sus días, y vemos cómo los dioses paganos que habría idolatrado durante su existencia lo trasladan por el aire, y le hacen contemplar una escena en un pueblito de Irlanda. Allí se encontrará con una joven fémina rodeada de niñas -una de las cuales es Alice Margaret, la supuesta bebé real- quien, al percibir la presencia del espectro, aferra a las infantes y lo amenaza agitando el puño, al tiempo que le grita:
-En cuanto a tí, viejo demonio... Sé que estás ahí, pero a éstas no te las llevas. Lárgate ya, ¡Vuelve al infierno y déjanos en paz!
Y es que quizás no hubiera sido Mary Jane Kelly la mujer que terminó destrozada en la mísera habitación del número 13 de Miller´s Court. Tal vez en verdad -al menos así lo quiere el sentimiento- una de las signadas como víctimas de Jack el Destripador pudiera haberlo burlado. El pequeño habría derrotado al gigante pese a la tremenda desproporción de las fuerzas en pugna.
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