Blog del autor Gabriel Pombo dedicado a Jack el Destripador, la era victoriana y a otros asesinos en serie
lunes, 25 de enero de 2021
Las autopsias de las víctimas de Jack el Destripador
El más aterrador de los asesinatos de Jack el Destripador sin duda fue el cometido contra Mary Jane Kelly, la bella irlandesa peliroja de 25 años, masacrada en la madrugada del 9 de noviembre de 1888 en su habitación del número 13 de la pensión Miller´s Court, en Whitechapel. Los dos médicos forenses que realizaron su necropsia fueron el Dr. Thomas Bond y el Dr. George Bagster Phillips, que examinaron el cadáver in situ en la escena del atroz crimen. Entre otros aspectos, en su reporte para elaborar la autopsia el Dr. Thomas Bond señaló: «La cara mostraba cortes en todas direcciones; el cuello se cortó hasta las vértebras; [...] los senos se extrajeron mediante incisiones cuasi circulares; [...] tórax visible a través de los cortes; abdomen extraído; [...] la parte inferior del pulmón derecho, arrancada [...]; pericardio abierto y corazón ausente». Este último comentario del Dr. Thomas Bond, dando cuenta de que el asesino había extirpado y sustraido el corazón de su víctima se mantuvo oculto durante largo tiempo, ya que no fue consignado en el respectivo informe del otro forense actuante, y fue desconocido, al igual que el resto de su contenido, porque el reporte estuvo extraviado hasta el año 1987, cuando el texto llegó a Scotland Yard enviado dentro de un sobre por un anónimo remitente.
El Dr. Thomas Bond, asistido por su ayudante el Dr. Charles Herbert, tomó esas notas dentro de la sangrienta vivienda, y detalló aquellos espeluznantes datos, describiendo con trazos lúgubres el escenario fatídico. Según dejó constancia el facultativo: «el cuerpo yacía desnudo en mitad de la cama», después de que le hubieran extraído: «toda la superficie del abdomen», le hubieran: «vaciado la cavidad abdominal de sus vísceras», y le hubieran mutilado su cara: «más allá del reconocimiento de sus rasgos».
Quizá lo que más estremeció al insigne galeno, que desde 1873 revistaba como cirujano jefe para la Metropolitan Police, fue el dantesco espectáculo de contemplar los intestinos diseminados por la habitación. De acuerdo anotó: «Las vísceras se encontraron en varias partes, a saber: el útero, los riñones y un seno, debajo de la cabeza; el otro seno cerca del pie derecho, el hígado entre los pies, los intestinos por el lado derecho». La ropa de la occisa, según expuso el Dr. Thomas Bond, estaba saturada de sangre en la esquina derecha de la habitación y, a su vez, esos viscosos fluidos cubrían buena porción del suelo. «La pared del lado derecho de la cama estaba marcada por la sangre después de que esta la hubiera salpicado varias veces», consignó.
Otra autopsia clave efectuada a una víctima de Jack the Ripper fue la practicada por el médico forense de la City de Londres, Dr. Frederick Gordon Brown sobre el cadáver de Catherine Eddowes.
Sorprende este informe clínico por la minuciosidad descriptiva de las lesiones infligidas a aquella infortunada mujer. En especial, resalta en la opinión del facultativo la creencia de que el asesino podría pertenecer a la profesión médica, dado que demostró la habilidad y destreza operativa propia de un cirujano. Y es que, conforme infirió el Dr. Frederick Gordon Brown, de otro modo el perpetrador no hubiera podido localizar y extirpar el riñón de la difunta, pues ese órgano está recubierto por una gruesa membrana, e incluso un experto en anatomía humana habría tenido dificultad para quitarlo limpiamente como hizo el criminal.
* Nota: la imagen de la portada corresponde a la pintura "La autopsia", de Enrique Simonet, y data de 1890.
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